viernes, 6 de febrero de 2009

La dinamita de Nobel




Artículo publicado en la página amiga www.edicionesmedicas.com.ar del Dr. Enrique Otharán, con leves modificaciones para el Báculo de Asclepio.
El artículo llama a la reflexión acerca de la investigación biomédica, su relación con las poderosas empresas farmacéuticas y los círculos académicos y naturalmente pone en tela de juicio el prestigio de la Fundación Nobel.
Autor: Marcelo Ocampo

“¿Un escándalo con el virus del papiloma humano?

El último capítulo de la polémica vacuna contra el papilomavirus afecta al mismísimo Premio Nobel de Medicina, que este año eligió entre sus tres ganadores a Harald zur Hausen, descubridor del virus que causa del cáncer de cuello de útero. Según informaciones de Radio Suecia y el diario británico The Times, dos de los miembros del jurado se sientan en los comités científicos que asesoran a la compañía Astra Zeneca. Una investigación estudiará si la firma habría presionado de alguna manera para favorecer la elección de Haral zur Hausen. Según explican ambos medios, esta compañía tendría una participación indirecta en los beneficios derivados de las dos principales vacunas disponibles en la actualidad para frenar la infección por este virus, que causa el 70% de tumores de cuello de útero; Gardasil® (de la compañía MerckMSD) y Cervarix® (de GlaxoSmithKline). Concretamente, según explica la revista Scientific American, AstraZeneca es la propietaria de una pequeña compañía denominada MedImmune, que ha desarrollado la tecnología que elabora las partículas virales que emplean ambas terapias para despertar una reacción inmune contra el virus (en lugar de usar una versión atenuada del propio virus), y por la que cobraría alrededor 236 millones de dólares anuales en concepto de royalties (al haber cedido los derechos de explotación de esta tecnología)”. En la Conferencia en República Dominicana, 28 de marzo de 2007, Juan Carlos Tealdi señala a la industria farmacéutica como fuente de problemas éticos y analiza los sistemas de regulación ética y su contexto.


Análisis

Como es sabido, en el año 1867 y tras varios intentos, en uno de los cuáles murieron obreros y su hermano menor, Alfred Nobel descubrió y patentó la dinamita e hizo posible el uso industrial de la nitroglicerina, almacenando una gran fortuna gran parte de la cuál fue destinada a los premios que llevan su nombre y que se entregan el 10 de diciembre día de la muerte de Nobel, desde el año 1902 a las personas que hayan hecho investigaciones sobresalientes, inventado técnicas o equipamiento revolucionario o hayan hecho contribuciones notables a la sociedad.
Nobel firmó su voluntad en un testamento en la ciudad de Viena apesadumbrado por el uso bélico de su invento. El premio consiste en una medalla, un diploma y una suma de dinero que varía cada año.
Sin embargo, la entrega de premio de medicina el 10 de diciembre de 2008, estuvo envuelta en el escándalo.
La dinamita de Nobel explotó en las manos de los ganadores del premio, cuando dos de los miembros del jurado encendieron la mecha al sentarse en los comités científicos que asesoran a la compañía Astra Zéneca, y a su vez son miembros del honorable Comité del Premio Nobel.
Esta actitud, en la sabiduría popular, se entiende como los mismos personajes en la misa y en la procesión o, en términos jurídicos, alguien que es juez y parte a la vez.
No hay que perder de vista el escenario de las polémicas relaciones entre las investigaciones biomédicas y la gran industria farmacéutica y biotecnológica que, en el marco de las políticas neoliberales, tejieron intereses con centros académicos y gubernamentales, trayendo los más graves conflictos éticos en investigación.
Es cierto que el avance de la medicina no puede realizarse sin investigación pero no es menos cierto que la afirmación Kantiana “la ciencia sin la ética es ciega y la ética sin la ciencia es vacía” está vigente hoy más que nunca.
Salta a la vista, el conflicto de intereses entre los científicos que participan con la industria farmacéutica que es patrocinadora del estudio por un lado y por otro lado, el hecho que dos personas del honorable Comité Nobel de Medicina sean parte del jurado para otorgar el premio y a su vez, parte integrante de las patrocinadoras.
En cuanto al primer conflicto, se debe tener en cuanta el argumento de Lutscher: “un estudio no es mejor que otro por ser patrocinado por la empresa, pero sí el ocultar el patrocinio o por la sumisión del interés primario de la investigación a los intereses comerciales secundarios aunque estos fuesen legítimos” (1).El problema se plantea entonces en si los profesionales tuvieron en cuenta el valor de la investigación en sí misma o sea la validez científica por encima de la remuneración obtenida. Desde la razón el principio de veracidad literalmente decir la verdad no ocultar el patrocinio es la regla ética dominante. La conciencia individual como ética de sí, los valores universales desde lo que está bien o mal, es otra cuestión de mayor jerarquía ya que se trata de la ética sustantiva, fundante de reglas y de principios y ligada a la dignidad de las personas.
El segundo conflicto es decididamente el punto más oscuro; la participación de dos integrantes del honorable jurado del Nobel y su pertenencia a la empresa que patrocinó la investigación sobre la vacuna del papiloma virus.
Esta doble pertenencia, desnuda los conflictos de intereses en la investigación, cuestiona la libre elección sin coerción acerca de la decisión de otorgar el premio, vulnera la regla de veracidad, cuestiona la validez científica y socava la creencia y la buena fe de la sociedad en la investigación científica, en los científicos y en el jurado cuyo dictamen parecería sesgado cuando no un verdadero soborno, con lo cuál el principio de justicia queda también vulnerado.
No parece un dato menor que está siendo investigado por la fiscalía británica, un posible caso de soborno contra la farmacéutica Astra Zéneca quien habría pagado un viaje a China a los miembros del comité Nobel.
Como si fuera poco aparece como telón de fondo los royalties o patentes que cotizan en bolsa y que vuelven a poner los intereses de la investigación por sobre los intereses de los hombres, colisionando con la declaración de Helsinki en su artículo 6 (los intereses de la ciencia no pueden estar por encima del bienestar de las personas) y 14 (el cuál hace referencia a la información sobre financiamiento, patrocinadores, afiliaciones institucionales y otros posibles conflictos de interés e incentivos para las personas del estudio).

¿Qué se puede esperar desde la bioética?

Juan Carlos Tealdi (2) se pregunta qué se puede hacer frente a la investigación, con fines mercantiles y la consecuencia no deseada de cosificación del ser humano. cosifica (las personas respecto de aquella que tiene a las mismas como finalidad moral. Y propone a nivel general, como ética sustantiva la construcción de un nuevo consenso internacional de justicia global en el ámbito internacional y en el campo de las naciones, propiciar un desarrollo de sistemas de cuidado nacionales y de protección de los derechos humanos en las investigaciones.
¿Cuáles deberían ser las acciones de las personas involucradas? ¿El científico premiado debería considerar devolver el premio supuestamente fraudulento? ¿Las personas que participaron deberían dar un paso al costado? ¿Debería el premio declarase desierto?
La Fundación Nobel, debe una explicación racional y un examen de conciencia de los hechos ya que la dinamita de su fundador ha explotado a la vista del mundo y ha socavado sus cimientos, con el riesgo que esto conlleva: la caída el puente levadizo por el cual transitan las personas, los derechos humanos y la investigación biomédica.

Referencias:
(1) Citado por Rotondo en el Diccionario Latinoamericano de Bioética, página 459.
(2) Diccionario Latinoamericano de Bioética, página 352.

No hay comentarios:

Publicar un comentario