domingo, 6 de enero de 2013

La otra Navidad


Ser que nace para morir por todos, como todos, él, chivos expiatorios, consuelo de los desamparados, espejos retrovisores colocados entre las bebidas y el pan, una oda navideña desmaya en las retinas que son los cadáveres de las imágenes que por costumbre proyectamos.
Exprimiendo imágenes, como trago nuevo para mitigar la soledad del árbol decorado con nuestras papilas, sacudiendo palabras que serán nada, un itinerario invertido del ser al no ser y de aquello que es a la nada.

La danza de Hypnos  Thánatos en  el limbo de los ojos del sonámbulo, un desfile de los difuntos que leen la Biblia, la diáspora de la lengua desde Babel, un matemático ebrio, sentado en el cordón de la vereda, explicando a desprevenidos transeúntes,  la imagen de Narciso en el espejo de agua y la  función biyectiva de las matemáticas.
    
Un sacerdote da la extremaunción al beato moribundo, otro, esconde bajo las sotanas, los estigmas del pecado y  en un cuarto, dos cuerpos, perfumados con seductores aromas de  mirra, se funden   en una   brutal exhalación de cópula feroz, frente a la mirada de los ojos muertos de los corderos que parpadean, como luces del árbol de la otra navidad.  

El alter ego entre Father Christmas  y San Nicolás de Bari uno de Shopping, el otro de fe, y, en el medio, el tercero, el niño Dios y todos los niños, en el espacio ritual de agasajos y regalos. 

El tapiz colgado en la pared del living  hilvana en las retinas, imágenes de la cena navideña, con el árbol que parpadea nostalgias y tristezas.

Penélope, la tejedora, está sola, reposa, en el color más dulce, en la hamaca de la infancia, descansa en los cuatro elementos y en la esperanza de la otra navidad.

 En el envés del tapiz, los hilos se mezclan de manera caótica, el árbol se seca, la luz se apaga, la copa estalla, el colapso gravitatorio, amenaza con tragar todo aquello que es Cosmos.
El  Arúspice de las vísceras de los corderos sacrificados aquel 24 de diciembre, lo había presagiado.

 ...“Reposa, en el color mas dulce, en la hamaca de la infancia, descansa en los cuatro elementos y en la esperanza de Otra Navidad”… 

Marcelo Ocampo

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